Los medios de todo el mundo se hacían eco esta semana de una histórica exposición que abrirá sus puertas en Roma esta primavera.
La presentación a los medios tenía dos protagonistas femeninas, la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta y la directora del Museo Judío de Roma, Alessandra Di Castro, máximas representantes de una colaboración entre las dos instituciones que marca un punto de inflexión en las relaciones entre el Vaticano y la comunidad judía de Roma.
Y precisamente sobre uno de los asuntos más espinosos y antiguos en la historia de ambas, la destrucción y saqueo del Templo de Jerusalén por las tropas del general romano Tito y la consiguiente desaparición de la menorá -el candelabro de oro de siete brazos que presidía su altar- de cuyo rastro se perdió la pista, aunque la leyenda lo sitúa oculto en algún lugar de Roma.
El símbolo más antiguo del judaísmo no estará obviamente presente en la muestra conjunta que han organizado ambas instituciones, pero sí viajará a Roma otro objeto lleno de misticismo, la Piedra de Magdala, descubierta en 2009 en una sinagoga en las costas del mar de Galilea en Israel, en la ciudad natal de María Magdalena.
Junto a ella, y fruto de la colaboración de una veintena de instituciones de todo el mundo, se podrán contemplar alrededor de 130 representaciones de menorá, entre pinturas, manuscritos, ilustraciones o tumbas antiguas. Los objetos se ofrecerán al público repartidos entre el Museo Judío de Roma, que por su espacio, tan sólo acogerá diez piezas, y el resto en el espacio Carlo Magno en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
Sin duda, una exposición imprescindible, que podrá verse del 15 de mayo y el 27 de julio en la capital italiana, Roma.