Disponer de amplias áreas verdes, contar con carriles bici y ofrecer la posibilidad de desplazarse o ir a trabajar utilizando sistemas más sanos, son algunos de los elementos que tienen cada vez más peso en los rankings de las mejores ciudades del mundo para vivir. Uno de los más conocidos, y que más nos gusta, es el Informe anual de Calidad de Vida que elabora la revista Monocle.
Y Estocolmo, una ciudad repartida sobre catorce islas unidas por cerca de sesenta puentes -por algo la llaman la Venecia del norte-, nos recibe con sus aguas cristalinas, sus enormes zonas verdes y sus 760 kilómetros de carril bici. No es extraño que la capital sueca ocupe el puesto número 6 en el último informe de la revista británica, para 2015. Ni que muchos de los que visitan Estocolmo elijan la bicicleta como la forma más cómoda de recorrerla pedaleando y respirando su aire limpio, ya que la ciudad cuenta con un sistema público de alquiler de bicicletas que ofrece al que está de paso -de abril a octubre-, tarjetas de tres días por 250 coronas suecas, unos 27 euros.
Estocolmo nos sorprende también por su pasado. Posee uno de los cascos antiguos más bellos y mejor conservados de Europa, la ciudad vieja (Gamla Stan), que ocupa la pequeña isla de Stadsholmen sobre la que fué fundada Estocolmo, de cuya historia se conservan múltiples rincones con encanto, cómo sus estrechas y empinadas calles medievales y sus plazas de adoquines a las que se abren las terrazas de acogedores cafés -cuando el tiempo lo permite-, y en la que también se encuentra la Catedral luterana de San Nicolás, la gran iglesia (Storkyrkan), con sus paredes de color amarillo, una tonalidad, junto a ocres y alberos, presente en la mayoría de los edificios de Gamla Stan, y el Museo Nobel.
Tampoco hay que olvidar el presente más rabioso, por eso hay que visitar Moderna Museet, la colección de arte contemporáneo más importante del país. Un edificio del arquitecto español Rafael Moneo situado en la isla de Skeppsholmen, que alberga la colección permanente de la institución y añade el interés de visitar exposiciones temporales todo el año.
Y si hablamos de futuro, inmediato en este caso, la Navidad es una época especial para viajar a Estocolmo, cuando la nieve empieza a cubrir sus calles y las aguas que la rodean adquieren un brillo especial con el reflejo del sol sobre el hielo. A ello se añade la magia de los mercados navideños, como el Stockholm Old Town Christmas Market que despliega cada año sus puestos desde el 21 de noviembre al 23 de diciembre, de 11:00 a 18:00 horas.