El mundo cada vez más homogeneizado en el que vivimos, explica el gusto por lo alternativo y el deseo de diferenciarse del resto de muchos, que ha dado lugar a todo tipo de subculturas desde los tempranos años 40.
Precisamente en aquellos años se acuñó por primera vez el término hipster, para referirse a los que gustan del hot jazz y el boogie woogie. Ese deseo de escapar, de ser independiente, que emerge con fuerza en los años 90, ha generado -irónicamente- una corriente de moda, seguida por un número nada despreciable de individuos.
El resultado es que lo hipster es reivindicado por colectivos de todo el mundo, que han adoptando cómo propios determinados barrios -hervideros de arte, tiendas vintage y cafés alternativos- de sus respectivas ciudades.
De ellos se ocupaba un artículo reciente de Thrillist, en el que se repasaban los 10 barrios más hipster del planeta. Cómo no podía ser de otra forma, Williamsburg en Brooklyn es definido cómo el barrio hipster por excelencia en Nueva York -y el que ocupa el número uno- en una lista en la que no faltan el barrio madrileño de Malasaña -paraíso de bicis, barbas, cafés con encanto y tiendas de segunda mano, Amsterdam Noord en Amsterdam, Vesterbro en Copenhague, el londinense Shoreditch, o el de Florentin en Tel Aviv.
Anótalos en tu lista de lugares a visitar en cada uno de los destinos.