Aunque las esculturas forman parte del paisaje urbano de muchas ciudades, en Oslo su presencia no pasa desapercibida para el visitante observador.
Algunas destacan por su significado, cómo la mano situada en Christiania torv, una plaza en cuyos alrededores se encuentran los edificios más antiguos de la ciudad. Señala el punto indicado por el rey de Dinamarca y Noruega, Christian IV, para reconstruir Oslo tras el fuego que la destruyó en 1624, y que pasó a llamarse Christiania a partir de entonces.
Otras han venido a enriquecer nuevos desarrollos urbanísticos y, cambiado de paso, el paisaje de la ciudad. Es el caso d She Lies, una obra de acero y cristal de la artista Monica Bonvicini, que flota sobre el fiordo desde 2010, en las proximidades del edificio de la Ópera de Oslo.
La capital noruega, posee el parque de esculturas más grande del mundo realizado por un sólo artista, Vigeland Park. Contiene más de 200 esculturas de bronce obra del escultor noruego Gustav Vigeland, que también se encargó del diseño de otros elementos del parque, cómo las puertas de acceso.
Y desde la semana pasada, Oslo cuenta con un nuevo parque de esculturas, Ekebergparken. Está situado en el este de la ciudad, en la misma colina que albergo un parque público caído en el olvido en los años 60.
Ofrece unas vistas impresionantes del fiordo de Oslo y contiene 31 esculturas, donadas por el filántropo local, Christian Ringnes, entre las que se incluye la obra de artistas cómo Rodin, Dalí, Maillol, Sean Henry, o Bourgeois.
Se puede llegar a él en las líneas de tranvía 18 y 19 (dirección Ljabru)